Escritos Hablar de muerte en la primera infancia

Hablar de muerte en la primera infancia

Hablar de muerte en la primera infancia se ha entendido como algo contradictorio, como un tabú, es algo de lo que no se habla. Sin embargo, no se puede negar que como parte de la vida la muerte también toca a la infancia ya sea por la muerte de algún familiar cercano como los abuelos, bisabuelos, o de sus mascotas y es que en ocasiones se prefiere inventar una mentira o disfrazar la verdad buscando “evitar el dolor”, pero la perdida es inevitable y los niños y niñas la entienden, la sienten y la viven.

Hace un tiempo a raíz de todo lo vivido en pandemia, pensamos en infancias sobre cómo abordar la muerte con los niños y niñas que la han vivido de frente, con familiares mas cercanos como sus abuelos, sus padres y/o hermanos, ya que es inevitable no visibilizar esta situación que deja el COVID. Hace un par de años trabajé en un colegio con un curso prejardín (3-4 años) y tras dos semanas de indagación en temas de interés de los niños y niñas me encontré con un interés profundo sobre lo que sucede en la muerte y específicamente con los muertos. Plantear este proyecto no se hizo nada fácil y proponerlo a la directora y a los padres menos, sobre todo por la idea de que la muerte no es algo que se deba hablar con los niños, como si la muerte y la infancia fueran antónimos. De esta experiencia sin duda surgieron narraciones de vida familiar espectaculares, con un acervo cultural que afianzaron la seguridad y autoestima en los niños y niñas.

Por otro lado, y lastimosamente hace una semana, en el colegio que ahora trabajo (con un curso jardín niños y niñas de 4-5 años) el cual es en un contexto completamente diferente, vivimos de cerca la muerte de un profesor, un compañero que de una u otra forma se relacionó con todos nosotros de una manera increíble, con mucha alegría y sinceridad. Frente esto las directivas decidieron tomar todo un día en el que se dejaran de lado las actividades académicas y hacer una jornada sobre la muerte y el luto, esto fue bastante impactante para mis compañeras y para mí en parte, pues además de perder a un compañero tan repentinamente nos piden trabajar este tema de un momento a otro sin una base clara. Ante esto escuche afirmaciones como: “con los niños de preescolar no se puede trabajar esto”, “a los niños no se les puede hablar sobre esto”, “no me siento en la capacidad de hablar sobre esto con ellos”. Y preguntas como: “¿trabajar sobre la muerte con preescolares?” “¿cómo abordar este tema con ellos?”, “si con los mas grandes se puede hacer una charla y ya, ¿pero con ellos? no aguantan esto”, “seguramente lo trabajaremos desde la muerte de las mascotas que es lo único que puede ser mas cercano”, como si los niños menores de cinco años no perdieran familiares pensé yo.

Ante esta duda, mi propuesta directamente fue trabajar con literatura, literatura infantil que habla sobre la muerte, pero más allá de la muerte, la vivencia que de ella deviene: el DUELO, el dolor que queda tras la partida de alguien, la perdida de alguien. Para ello trabaje el cuento ¿Dónde está el abuelo? De Mar Cortina y Vacío de María Llenas (un cuento con el que me encontré indagando un autor de la semana), esto lo realicé con apoyo de títeres y captar la atención frente a este tema no fue nada difícil cuando se narra una historia y algunos de los niños lo han vivido. Al terminar la experiencia, florecieron diferentes narraciones de perdida (sobre todo de los abuelos) y escuchar sus historias de perdida, pero de certeza de que aquellos que se fueron no se fueron del todo, si no que están en sus corazones, me hizo remontar a ese proyecto de aula en el que los niños hablaban desde sus experiencias, desde sus sentimientos y con una seriedad particular frente la vida y asumiendo la perdida como parte de ella, además complementamos con narrativas a través del dibujo de Vacío, de allí surgieron más experiencias de pérdidas de tíos y de algunas mascotas a través del vacío que ellos dejaron.

Los niños y niñas exponían con una profunda seriedad que habían perdido también a sus abuelos pero que sabían que estaban en sus corazones y los cuidaban, mostraban como el vacío se llenaba con sus seres queridos en su corazón y entrelazaron ambas historias de manera particularmente seria. Expresaban sentimientos de tristeza por su partida, pero a la vez con una certeza de que no se han ido del todo. En otro caso, nos encontramos con una narración de la muerte de ambos padres, lo que fue muy impactante y abrió un espacio de indagación sobre lo vivido, el estudiante lo narraba con lágrimas en sus ojos y un sentimiento profundo de perdida, lo que propicio un espacio de acercamiento a la vivencia del niño. Luego de indagar nos encontramos con que, si bien él no había perdido a sus padres, estos si vivieron un accidente muy fuerte que los alejo por un tiempo de el niño y para él este tiempo significo una muerte de sus padres una muerte momentánea. Todo esto permite visibilizar la realidad de que en la infancia se vive el duelo de la perdida y no es algo alejado, ni la infancia y niñez son antónimos de muerte y de dolor.

Por ello, permitirles hablar sobre sus experiencias frente a la perdida, al dolor, sus emociones y sus preguntas importantes de resolver y de escuchar, allí ellos también son protagonistas, también lo sienten, también les duele y también entienden perfectamente lo que sucede; saben que la muerte implica no volver a ver nunca más, no hablar con ellos nunca más y más allá de las creencias familiares y culturales el dolor de la ausencia lo sienten y lo viven. Estas experiencias rescatan la importancia de no olvidar como la muerte esta presente en la vida en general y es importante hablar de ella tal cual es, con la verdad y la seriedad que esto implica dado espacio para vivir el adiós y el dolor que este pueda traer para cada uno en su etapa de duelo, pues cada uno lo vive de manera diferente.